La obra reciente de Amador (Pollença, 1957), quien ha desarrollado este último proyecto durante una estancia en Túnez. Las esculturas, pinturas y fotografías de Amador reflexionan en torno a la presencia humana y la relación entre el individuo y el entorno. Por una parte, su trabajo con la figura humana se extiende desde la abstracción de las representaciones antropomorfas en resina de poliéster (Retrats, 1998-1999) al realismo documental de las fotografías que luego imprime sobre fibra de vidrio (Fronteres, 2005-2006). Por otra, la relación del ser humano con el mundo que le rodea transita entre la fría sobriedad de las calles berlinesas (L'home i la ciutat, desde 1996) y el bullicio de los mercados tunecinos (Mercats, 2000-2003), sin olvidar el doloroso viaje que para muchos supone ir de uno a otro mundo, expresado por el artista en su serie de figuras tripulando una metafórica barca (En el camí ... de la llum, 2007).

En su último proyecto, Amador ha desarrollado una nueva serie de obras en resina de poliéster que recuperan su vertiente más pictórica, incorporando además el formato circular que evoca ciertos mosaicos de época romana observados por el artista en el museo tunecino de El Bardo. A la figura humana se añaden en esta ocasión diversos signos que se inspiran en la escritura jeroglífica y abren una nueva vía de exploración en su trabajo. Junto a estas composiciones se presentan una serie de fotografías tomadas en Túnez y otros lugares del norte de África, que adoptan un formato más reducido e íntimo, contrariamente a la tendencia actual de monumentalizar la imagen.

La exposición supone un diálogo de esta nueva serie con piezas de sus series precedentes, desde el año 2000 hasta la actualidad. La fragilidad de la existencia humana que reflejan las series Erosions provocades y L'home fabricat, por ejemplo, encuentran un reflejo en las obras tunecinas. Los materiales que han marcado la práctica de Amador, como la fibra de vidrio, la resina de poliéster y la espuma de poliuretano, hayan ahora nuevas formulaciones que trazan una filiación con las series precedentes, a la vez que proponen las vías de evolución posterior de su obra.

El artista pollencí se propone así una mirada hacia el trayecto recorrido, no con intención retrospectiva ni nostálgica, sino como una recapitulación de su discurso plástico que le sirve para abrir nuevas vías de investigación. Este ejercicio demuestra (a la vez que refuerza) la coherencia de su trabajo, que ha tenido y mantiene al ser humano como motivo principal de su obra.