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Ingenioso, satírico, subversivo y dotado de un gran talento, William Hogarth es uno de los artistas más fascinantes e innovadores del siglo xviii. Hasta tal punto que ningún creador ha logrado definir un periodo de la historia británica de un modo tan impactante y perdurable como él: la expresión edad de Hogarth se utiliza a menudo en Gran Bretaña para describir la primera mitad del siglo xviii, al igual que el Londres de Hogarth ha pasado a definir la capital inglesa durante esa época. Esta exposición retrospectiva recoge todo el trabajo de Hogarth y es la más amplia que se le dedica en las últimas décadas.

La exposición esta dividida, por orden cronológico, en diez ámbitos que resumen los diferentes episodios de la trayectoria artística de Hogarth:

Una introducción a Hogarth, que muestra al artista caballero, teórico del arte, alabado creador satírico, «pintor cómico de temática histórica» y pintor de la corte del rey.

Teatro pictórico: la década de 1720, que da cuenta de la relación entre el teatro y el arte de Hogarth, relación que se mantendría a lo largo de toda su carrera, y de cómo Hogarth empezó a adquirir cierta fama como pintor.

La ramera y el vividor, en clara alusión a las series La evolución de la ramera, que se centraba en la vida de una prostituta imaginaria y obtuvo un éxito arrollador, y La evolución del vividor, celebrada de forma similar y donde se registraba gráficamente la vida disoluta y la muerte de otro personaje ficticio.

Imágenes de urbanidad: las escenas de tertulia, que reúne cuadros de pequeño formato con las escenas de tertulia de Hogarth, que muestran a hombres, mujeres y niños relacionándose de acuerdo con el ideal de la cortesía.

Vida callejera invita a descubrir la vitalidad caótica de las calles de Londres de la época a través de escenas urbanas, en las que Hogarth refleja la compleja interacción entre la cultura elevada y la de los barrios bajos.

Matrimonio a la moda, que relata de forma mordaz la tragicómica historia de un desastroso matrimonio de conveniencia que concluye de modo impactante con un asesinato, una ejecución y un suicidio.

El rostro inglés: los retratos de Hogarth, una galería de retratos de trazos aparentemente sencillos, pero de gran profundidad emocional y cierta complejidad pictórica.

Crimen y castigo, riguroso examen de los disturbios sociales, la delincuencia, el crimen y el castigo.

Política y patriotismo nos descubre el giro hacia temas políticos iniciado hacia 1745 con la serie Elecciones, acusación severa, pero de composición bellísima, contra la corrupción electoral de la época.

La variedad en Hogarth: los últimos años, ámbito final que reúne obras de los últimos años de la vida de Hogarth que abordan un sinfín de géneros artísticos, desde la sátira política y social hasta la pintura de temática histórica y el retrato.

una introducción a hogarth

Hogarth publicó en 1753 Análisis de la belleza, un tratado innovador y absolutamente moderno sobre el arte, la belleza y la vida. El concepto de «variedad» y el considerar que la propia naturaleza estaba repleta de formas y colores destinados a «entretener la vista con el placer de la variedad» resultaban esenciales para las tesis de Hogarth. La palabra «variedad» también se puede aplicar a la gran diversidad de cuadros y grabados al buril que el propio Hogarth creó a lo largo de su trayectoria, que duró cuarenta años. De hecho, Hogarth se esforzó muchísimo por promocionarse como un artista innovador y con entidad que trataba una amplia gama de géneros. Ello queda demostrado con fuerza en los autorretratos incluidos en la exposición, que como grupo constituyen un manifiesto artístico sofisticado y de amplio alcance, además de demostrar la enorme personalidad, la individualidad y el dinamismo de su autor. En este ámbito, vemos a Hogarth como artista caballero, teórico del arte, alabado artista satírico, «pintor cómico de temática histórica» y pintor de la corte del rey, puesto que obtuvo en 1757.

TEATRO PICTÓRICO: LA DÉCADA DE 1720

Hogarth inició su trayectoria como grabador al buril en una ciudad en la que la exhibición de arte gráfico era una de las actividades cotidianas más comunes. Al abrirse camino en el mundo artístico londinense, Hogarth pronto empezó a especializarse en la sátira gráfica. Las estampas detalladas y de tema teatral que Hogarth creó en la década de 1720 abordaban las grandes cuestiones sociales y políticas de la época, y abarcaban desde el desastre económico de 1720, llamado «la burbuja de la South Sea Company», hasta la locura por los bailes de máscaras que se habían puesto de moda en esa época. Además de perseverar en sus aspiraciones como grabador, Hogarth rápidamente se inclinó por el mundo de la pintura. Durante la década de 1720, asistió con regularidad a la St Martin’s Lane Academy para artistas, de nueva creación, y se codeó con pintores de renombre, tanto ingleses como extranjeros. Esta formación dio sus frutos al poco tiempo, y a finales de la década, Hogarth ya había obtenido cierta fama como pintor. Se le alababa especialmente por lienzos como Falstaff pasando revista a sus reclutas y Una escena de 'La ópera del mendigo', que se hacían eco de las obras dramáticas de William Shakespeare y John Gay. La relación entre el teatro y el arte de Hogarth se mantuvo durante toda la carrera de éste.

LA RAMERA Y EL VIVIDOR

Hacia 1730, Hogarth optó por una forma artística que iba a brindarle riqueza y fama. Más adelante describió estas obras innovadoras como «temas morales modernos». La primera de ellas, titulada La evolución de la ramera, se centraba en la vida de Moll Hackabout, una prostituta londinense imaginaria. Concluyó la secuencia de seis cuadros en 1731, año en que se anunció la posibilidad de formalizar suscripciones para obtener las versiones en grabado de los mismos. Se vendieron 1.200 juegos. Tras este éxito arrollador, Hogarth realizó La evolución del vividor, que fue celebrada de un modo similar. La serie, constituida por ocho imágenes individuales, registraba gráficamente la vida disoluta y la muerte innoble de otro personaje ficticio, Tom Rakewell, el hijo carente de escrúpulos de un rico avaro. Al crear estos argumentos, Hogarth no sólo utilizaba fórmulas narrativas populares y lugares fáciles de reconocer en la ciudad, sino que incorporaba a personajes y hechos de la vida real que aparecían en los periódicos de Londres. Dichas referencias daban un aire de actualidad y también de autenticidad a las observaciones de Hogarth sobre la vertiente más sórdida de la vida londinense.

IMÁGENES DE URBANIDAD: LAS ESCENAS DE TERTULIA

Uno de los aspectos más importantes e innovadores del arte de Hogarth es la escena de tertulia, que habitualmente retrata a grupos de figuras que se han reunido para alguna celebración familiar o amena. Estos cuadros de pequeño formato, cuya ambientación abarca desde salones de baile decorados con lujosos detalles hasta casas de campo, muestran a hombres, mujeres y niños relacionándose de acuerdo con el ideal contemporáneo de la cortesía, de moda en ese momento, un término asociado a las virtudes de una sociabilidad comedida, refinada y tolerante. Hogarth plasma cómo se practica y se demuestra el arte de la cortesía por medio de determinados rituales sociales: la hora del té, los juegos de cartas refinados, la apreciación del arte, la literatura y las formas privadas de teatro, y, por último, el ritual más importante de todos: el de la conversación en sí. Además de promocionar los beneficios de la cortesía educada, las escenas de tertulia de Hogarth se pintaron en una época que fue testigo del surgimiento de un ideal moderno, el de la familia amigable. Por ello, sus cuadros a menudo ensalzan las lealtades y virtudes de la vida familiar.

VIDA CALLEJERA

A lo largo de toda su vida, Hogarth se deleitó con la vitalidad caótica de las calles de Londres. Las escenas urbanas que creó son bulliciosas y dinámicas, imponen una relación íntima, si no claustrofóbica, entre el espectador y el mundo que le rodea. La ciudad aparece como podría percibirla un transeúnte caminando entre una multitud, y no como una experiencia aséptica a lo largo de calles elegantes y organizadas. La representación de la vida urbana por parte de Hogarth se aleja del orden y la cordura de las convencionales panorámicas grabadas de la ciudad o las escenas «corteses» de género topográfico de Balthazar Nebot y otros, que alcanzaron un alto grado de sofisticación y grandeza con la llegada de Antonio Canaletto a Londres en 1746. Sin embargo, la visión que Hogarth ofrecía de Londres normalmente representaba una interacción compleja entre la cultura elevada y la de los barrios bajos. Ello reflejaba su propia identidad, tanto en su papel de artista satírico errante como en el de artista caballero, además de indicar que su objetivo comercial era el exclusivo mercado de los coleccionistas.

MATRIMONIO A LA MODA

La serie Matrimonio a la moda de Hogarth relata la historia de un desastroso matrimonio de conveniencia entre el hijo disoluto de un aristócrata y la hija de un burgués que aspira a ascender. El único propósito de esta unión es el intercambio de riqueza por estatus. Ante la falta de cariño y de respeto recíprocos, los dos miembros de esta pareja recién casada llevan una vida emocionalmente vacía basada en un estilo de vida caro y sofisticado, y buscan la gratificación sexual con otras personas. Este argumento tragicómico concluye de modo impactante con un asesinato, una ejecución y un suicidio. La expresión francesa à la mode significa que algo está simplemente de moda y es pasajero. Por consiguiente, Matrimonio a la moda es por definición una parodia del matrimonio en sí. El mordaz análisis que hizo Hogarth de los valores y motivaciones de la gente guapa de Londres formó parte del intenso debate sobre el matrimonio y la ética sexual que se estaba produciendo desde finales del siglo XVII. La misma importancia reviste la atención que Hogarth dedica al mecenazgo, a la estética y al gusto. La serie representa un ataque sin tregua a la adquisición de artículos de lujo, valores culturales y estilos de vida extranjeros, particularmente franceses, por parte de la élite social.

EL ROSTRO INGLÉS: LOS RETRATOS DE HOGARTH

La mayoría de los clientes de Hogarth en el ámbito del retrato pertenecían al mundo mercantil, profesional, eclesiástico y científico. Los retratos de Hogarth fomentaban unos tipos especiales de virtud: la benevolencia, la energía y la falta de pretenciosidad en el caso de los hombres, y la modestia, la tranquilidad y la contención educada en el de las mujeres. Estas cualidades se ven reforzadas por la relativa ausencia de rasgos embellecedores o de efectismo pictórico en los retratos de Hogarth. En un período de conflictos con Europa, y de creciente preocupación por el impacto de la moda francesa en la cultura británica, la sencillez de los retratos de Hogarth también adquirió connotaciones patrióticas: los partidarios de Hogarth percibían sus obras como representantes de la quintaesencia del retrato inglés, que se distinguía de las obras más afectadas e influenciadas por la Europa continental. Sin embargo, el artista se aseguró de que su simplicidad pictórica no alcanzase extremos puritanos o simplistas. Si los observamos atentamente, sus retratos individuales se caracterizan por ofrecer formas sutiles y a menudo exquisitas de representación pictórica. Los retratos de grupos como Los niños Graham trasladan el retrato inglés a nuevos niveles de complejidad pictórica y profundidad emocional.

CRIMEN Y CASTIGO

El incremento de la pobreza y el hacinamiento en Londres durante la primera mitad del siglo XVIII estaban vinculados a la migración sin precedentes que se produjo desde las zonas rurales. Quizá no debería sorprendernos que el crecimiento de la población provocase un aumento de la delincuencia y del malestar social. Al mismo tiempo se produjo un espectacular ascenso en el consumo de ginebra entre las clases más pobres. El alcoholismo afectaba a todos los niveles de la sociedad. Sin embargo, las clases medias y altas veían la situación de forma muy diferente cuando valoraban el impacto de este vicio sobre el resto de la sociedad. Así, desde 1720 hasta 1751 aproximadamente, la «epidemia de la ginebra» se consideró cada vez con mayor frecuencia como la causa de males mayores de la sociedad. En el momento álgido de esta crisis, Hogarth creó Laboriosidad y pereza, El callejón de la ginebra y La calle de la cerveza, y Las cuatro etapas de la crueldad. Estas imágenes propagandistas e implacables destacan por el examen riguroso e inquebrantable que ofrecen de los disturbios sociales, la delincuencia, el crimen y el castigo.

POLÍTICA Y PATRIOTISMO

Durante los últimos veinte años de su carrera, Hogarth desarrolló su interés por formas de sátira explícitamente patrióticas. Las relaciones políticas entre Gran Bretaña y Francia a lo largo de la vida de Hogarth siempre fueron tensas, cuando no abiertamente hostiles. Sin embargo, esta nueva dirección artística se vio espoleada, en primer lugar, por la invasión jacobita de 1745, apoyada por el gobierno francés y cuyo objetivo consistía en restaurar a la dinastía Estuardo en el trono y, en segundo lugar, por el catastrófico viaje de Hogarth a París en 1748, cuando fue arrestado por error en Calais, acusado de espionaje. En consecuencia, obras como En la puerta de Calais, La marcha hacia Finchley y las estampas de La invasión combinan una crítica mordaz de la sociedad y la cultura francesas, con una defensa cómica pero sincera de la libertad y la fortaleza inglesas. Entre 1754 y 1755, Hogarth creó la última de sus series, titulada Elecciones. La secuencia de cuatro imágenes marcó un nuevo tipo de enfoque artístico por parte de Hogarth, que expresaba una acusación severa, si bien de composición bellísima, contra la corrupción electoral de la época. Este giro hacia temas políticos se acentuó más con la publicación en 1762 de su estampa Los tiempos que corren, a partir de la cual Hogarth se enzarzó en una guerra amarga y personal de imágenes y textos de carácter político.

LA VARIEDAD EN HOGARTH: LOS ÚLTIMOS AÑOS

Este último ámbito reúne obras de los últimos años de la vida de Hogarth, que abordan un sinfín de géneros artísticos, desde la sátira política y social hasta la pintura de temática histórica y el retrato. Ghismunda, cuadro complejo y audaz, supuso el intento definitivo de Hogarth por ganarse el reconocimiento del público como pintor de tema histórico. La última apuesta de la dama regresa al tema de los vicios aristocráticos y el subterfugio sexual que ya se había tratado en Matrimonio a la moda. También se incluyen ejemplos de los retratos tardíos de Hogarth, que abarcan desde Cabezas de seis de los criados de Hogarth, una obra tierna y llena de personalidad, hasta el estrambótico Sir Francis Dashwood en sus devociones. Ambos revelan de qué forma el artista continuó ampliando y adaptando las convenciones de un género tan conservador como el retrato. Para cerrar, la muestra incluye una selección de estampas satíricas sobre la observancia religiosa y la política de los partidos, que demuestran el carácter innovador e incisivo de Hogarth hasta el último momento. En gran medida gracias a sus sátiras políticas mordaces y con un gran contenido personal, Hogarth se había convertido en el artista más alabado y vilipendiado de Gran Bretaña a su muerte en 1764. Quizá no debería sorprendernos que su última obra, Paso repentino de lo sublime a lo prosaico, sea también una de las más oscuras, sumida en la melancolía, la duda y el fatalismo.