Aunque ahora parezca que toquen tiempos donde priman las apuestas conceptuales y los formatos artísticos expandidos o tecnológicos, debemos saber reconocer y escuchar las voces que se expresan en el lenguaje del color, del gesto y de la composición y que, con estas herramientas fundamentales, nos pueden llevar al placer y a la reflexión. Cómo habría sido posible sino la obra de un Sean Scully, por ejemplo. La pintura de Helena Basagañas se sitúa en este linaje de exploraciones íntimas e individuales, pero conectadas con lo que forma parte de una larga tradición colectiva: la pintura. Sus cuadros muestran una riqueza de matices y una fuerza evocadora muy notables, que permite vislumbrar estimulantes hitos poéticos. >> Àlex Mitrani, crítico de arte y curador independiente.