Marisol Argüelles recuerda “el proyecto que se llevó a cabo en el Museo de Arte Moderno titulado ‘Obras son amores. Arte-vida-México (1964-1992)’, una exposición hecha en colaboración con el curador y artista visual Luis Orozco. La muestra planteaba una reflexión en torno a la influencia del arte conceptual y el debate en torno a las políticas culturales que alentaron la ruptura con el nacionalismo de la primera mitad del siglo XX. Los nuevos lenguajes que dieron pie a una inédita nomenclatura y a una diversificación de los soportes de producción abrieron paso a una exploración estética y discursiva que tuvo como paradigma al cuerpo y como escenario al espacio público. 

La exposición se nutrió a partir de los testimonios de artistas y curadores que habían participado en la escena cultural dentro del marco de tiempo que revisamos y que iba de la fundación del MAM hasta la creación de Ex Teresa Arte Actual. A través de una serie de entrevistas y revisiones de archivos como el de Vicente Rojo Cama, Elizabeth Romero, Mónica Mayer, entre otros, la exposición dio espacio a la memoria de colectivos y artistas a través de sus propios registros, integrando fotografías, archivos sonoros y audiovisuales, así como obras de arte correo, arte acción, video, esténcil y performance. 

Este proyecto me permitió encontrar los puntos de ruptura y encuentro entre la modernidad, presente en la colección del MAM, y el trabajo de artistas que redefinieron el papel de los creadores desde el activismo y la crítica institucional.”

Por su parte Oliva Maria Rubio señala que “en mi dilatada carrera como comisaria, he tenido la suerte de disfrutar de experiencias muy positivas y ricas con numerosos artistas. Una de las que me gustaría resaltar en la que tuve con la artista surcoreana Kimsooja con la que trabajé en la instalación site-specific ‘To Breath - A Mirror Woman (Respirar - Una mujer espejo)´ en el Palacio de Cristal de Madrid, en 2006. Durante casi un mes trabajamos día tras día en el montaje de dicha instalación. El entendimiento tanto con Kimsooja como con sus asesores Bernardo Zavattini y Christian Manzutto, así como con los montadores, fue total lo que hizo que, a pesar de las dificultades inherentes a todo montaje, todo funcionara de manera fluida y armoniosa. 

A lo largo de los días, según aumentaba la extensión de la película de difracción que iba cubriendo los ventanales del pabellón, podíamos intuir y empezar a disfrutar de la belleza de colores que irradiaban desde el exterior difundiéndose en forma de espectros del arcoíris al proyectarse sobre toda la estructura interior del edificio y ésta sobre el suelo cubierto de espejo al igual que sobre los árboles que rodean en el exterior. La experiencia estuvo llena de buenos momentos debido no sólo al gran entendimiento entre todos sino igualmente a que el proyecto había sido pensado, trabajado y discutido con anterioridad y todos teníamos claro nuestro papel en él. Porque, en definitiva, cualquier trabajo de comisariado es un trabajo colectivo en el que cada uno de los actores tiene su papel, en el que todo debe estar enfocado a la mejor presentación de la obra y al servicio del entendimiento de los objetivos del artista. Quizás porque todo eso se cumplió en este proyecto de Kimsooja, es por lo que todavía hoy en día mucha gente sigue publicando imágenes de la instalación y es considerada como una de las más queridas en el mundo. Asimismo, mi amistad con la artista se consolidó y he tenido la suerte de repetir numerosos  buenos momentos con ella y en otros proyectos.”