Javier Barbarín, arquitecto de profesión, acaba de anunciar la clausura de su espacio homónimo, que ha mantenido abierto durante dos años en plena zona de desarrollo en el norte de Madrid. La galería, inaugurada en octubre del 2006, fue montada con la idea de trabajar con la población y aprovechar el potencial del entorno: "Pretendemos -decía entonces- generar un motor de interacción entre el arte y el Madrid en expansión". Javier comenzó apostando por una clientela de ejecutivos que pueblan los numerosos eficios empresariales que rodean la galería, escondida en la planta baja de uno de ellos.

Una apuesta que tiene sus límites. "Lo que funcionaba perfectamente sobre el papel, no funcionó en la realidad. Los planes de negocio funcionan para otros negocios", confiesa ahora Javier Barbarín, revelando las dificultades vinculadas a la ubicación de la galería, habida cuenta de que la clientela esperada no acabó de aparecer mientras la galería siguió ajena a la crítica, enfocada en las galerías del centro. Con todo, Barbarín se resistía hace escasas fechas todavía a tirar la toalla y recordaba que contaba con clientes particulares que optaban por sus artistas emergentes, porque "el arte como inversión no tiene que ser el primer argumento de venta", sino que, antes, "hay que crear un valor para un objeto que, físicamente, no vale nada".

Y estar alejado del centro -decía entonces- también tiene sus ventajas. "Un espacio como éste nos hubiera costado mucho más en el centro de Madrid", constataba Javier. Un alivio ecónomico que le permitió acoger proyectos más atrevidos, además de piezas de gran tamaño aprovechando los 5 metros de altura del espacio. Propuestas como los Open Studio, que se realizaban cada dos o tres meses, y que consistían en -tal y como lo definía el galerista- "utilizar la galería con proyectos que no tengan que ver con disciplinas clásicas, como performances, instalaciones y happenings", ante los que el espectador ha de estar activo. En sus dos primeros años, la galería no acudió a ninguna feria pese a que -reconocía- "es en estos eventos donde oferta y demanda confluyen". Por Amelie Hernando - ARTEINFORMADO