Pocos escenarios son tan propicios para seguir alertando, al menos de una 'forma lírica o metafórica', sobre el post-apocalipsis planetario al que nos dirigimos social, política y ambientalmente (si no se toman serias medidas sobre estos delicados asuntos por parte de todos los gobiernos) que el desértico Valle de Coachella, en el sur de California, que hace seis millones de años estuvo bañado por el océano Pacífico; que hacia el sur acoge el desastre ecológico que encarna el gran Lago de Saltón –el 'mar muerto' de California y el lago más grande del estado-; y que llega a la frontera con México, donde, cada vez, sigue más latente el debate limítrofe y migratorio que llena las portadas de todos los diarios del mundo.

Dicho valle, convertido en hogar de un gran número de indígenas migrantes mexicanos purepechas, originarios del estado de Michoacán, vuelve a ser el escenario de la segunda edición de la bienal Desert X, donde, hasta el próximo 21 de abril, entre los diecinueve proyectos site-specific, repartidos a lo largo de 88 kilómetros y abordando el compromiso político, medioambiental, el cuestionamiento migratorio y el legado de las comunidades indígenas de la zona, están los proyectos del colombiano Iván Argote (Bogotá, 1983) -'A Point of View' -, la argentina Cecilia Bengolea (Buenos Aires, 1979) -Mosquito Net'-, la mexicana Pia Camil (Ciudad de México, 1980) -'Lover’s rainbow'- y la brasileña Cinthia Marcelle (Belo Horizonte, 1974) -'Wormhole'-.

Completan el grupo de  artistas y colectivos invitados: Armando Lerma, Gary Simmons, Iman Issa, Jenny Holzer, John Gerrard, Mary Kelly, Superflex, Steve Badgett & Chris Taylor, Nancy Baker Cahill, Julian Hoeber, Eric N. Mack, Postcommodity, Cara Romero, Sterling Ruby y Kathleen Ryan.

Tras una primera edición en donde más de 200.000 asistentes disfrutaron de las instalaciones e intervenciones artísticas, en esta segunda edición la española Jenny Gil, quien recientemente se desempeñó como directora de exposiciones de la organización sin fines de lucro Faena Art, con sedes en Buenos Aires y Miami, reemplaza a Elizabeta Betinski como directora ejecutiva; la dirección artística corre a cargo de Neville Wakefield y la curadoría la comparten Amanda Hunt y Matthew Schum.

La Desert X está promovida por la organización sin fines de lucro Desert Biennial, fundada en 2015 y que cuenta con una Junta Directiva y una Comisión Asesora, integrada por filántropos como la estadounidense Beth Rudin Dewoody, coleccionista, curadora, presidenta de la Rudin Family Foundations y vicepresidenta ejecutiva de Rudin Management Company, uno de los mayores desarrolladores inmobiliarios de Nueva York; la argentina Ximena Caminos, expresidenta y excuradora jefe de Faena Art, exdirectora ejecutiva creativa y exsocia del Faena Group, centro de arte y grupo inmobiliario fundados por su exmarido, el mecenas y coleccionista argentino Alan Faena; la estadounidense Zoe Lukov, curadora jefe del Faena Art; o el ubicuo curador suizo Hans Ulrich Obrist, director artístico de la Serpentine Galleries, de Londres, quien también asesorará al futuro The Shed en Nueva York, por citar solo algunos.

La diferencia con la primera edición es que en esta segunda ocasión, los espectadores necesitarán, al menos, un par de días para visitarlo todo. Por ello, un buen plan para visitarla es utilizar un mapa y una aplicación móvil que les ayudará a descubrir las obras de arte repartidas en esos 88 Kilómetros de desierto.