¿Y si el centro ya no está donde creíamos? Palma de Mallorca como termómetro del arte contemporáneo europeo

Opinión 08 may de 2025

POR MARISOL SALANOVA BRUGUERA

       

Fito Conesa, <i>Helicon</i>, 2019. Imagen cortesía de Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca

Fito Conesa, Helicon, 2019. Imagen cortesía de Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca

Madrid bosteza, Barcelona repite. El pulso del arte contemporáneo, si se escucha con atención, late hoy en una isla del Mediterráneo. Allí habrá que ahondar, porque a veces las periferias tienen más que decir de lo que se percibe desde el centro. Resulta que en España podemos tomar la temperatura al estado del arte actual desde lugares descentralizados que no son ni Madrid ni Barcelona. Atentos, porque tanto la programación nueva de la Fundació Miró Mallorca como la de Es Baluard y el Casal Solleric, además de la feria SUMMA que se inaugura a finales de mayo, convierten este mes a Palma de Mallorca en el epicentro del pensamiento sobre arte contemporáneo europeo. Sí, por ambicioso que suene, esta opinión se justifica fácilmente.

Frente al viejo esquema centralista que sigue marcando las agendas y presupuestos de las grandes instituciones culturales, hay territorios que apuestan por una política distinta: tejer redes, implicar al contexto local, apostar por la creación como forma de conocimiento. Y en ese horizonte, Mallorca no solo destaca, sino que plantea una alternativa seria al paradigma vigente.

Vista de la exposicón Peter Halley in Spain en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid, España, Oct 19, 2024 — Jan 19, 2025. Imagen cortesía del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza

La Fundació Miró Mallorca, una de las instituciones más singulares del panorama artístico nacional, instalada en un edificio de Rafael Moneo que dialoga con el entorno y con la historia, ha abierto el año con una programación ambiciosa y profundamente conectada con el presente. En verano se inaugurará Paysage Miró, una exposición que pondrá en diálogo obras del propio Miró con piezas de Picasso, Calder y Klee. Lejos de caer en la melancolía modernista, la muestra se acompaña de un programa vivo de actividades: recitales, danza contemporánea, conferencias. Una apuesta clara por resignificar el museo como espacio de pensamiento, no solo de conservación, que se complementa además con las exposiciones de Biel Llinàs, Fito Conesa y Rosa Tharrats, visibles hasta el 31 de agosto, tres miradas que indagan desde distintos lenguajes en la compleja relación entre el ser humano y la naturaleza.

En paralelo, el Casal Solleric exhibe hasta el 25 de mayo una muestra dedicada al artista Peter Halley, figura clave del neominimalismo neoyorquino, que reflexiona sobre cómo los flujos digitales y las estructuras arquitectónicas condicionan nuestra forma de estar en el mundo. La muestra es fruto de una colaboración con el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, una alianza que, como toda sinergia bien articulada, trasciende el acto expositivo para convertirse en una declaración de intenciones. Blanca Cuesta, filántropa unida al museo e implicada en el proyecto, ha manifestado una voluntad que se extiende por el territorio balear; la de consolidar Palma como ciudad candidata a Capital Europea de la Cultura en 2031.

Asimismo, emergen iniciativas privadas que aúnan arte y conciencia social. Tal es el caso de la nueva galería llamada Gallery Room Torre Mariona. Dirigida por la también artista Lucie Balaguer, busca ser un espacio inclusivo, accesible y un punto de encuentro entre artistas emergentes y público general. Hasta septiembre exhibe una exposición titulada Huellas del Universo con piezas pensadas para ser disfrutadas por visitantes videntes e invidentes ya que todas las obras son táctiles. La idea surgió en colaboración con la Fundación ONCE, que trabaja por la autonomía y la inclusión de las personas ciegas. Además, de cada muestra, se aporta económicamente un porcentaje de las ventas de la galería a la Fundación Sobre Ruedas, que apoya a personas con parálisis cerebral.

Cartel de SUMMA Art Fair 2025. Imagen vía SUMMA

Y como eje vertebrador de este ecosistema en ebullición, llega la feria SUMMA, dirigida por Óscar García García, quien también está al frente de la feria JUSTMAD que sucede cada año en paralelo a ARCO en Madrid. Para su primera edición, con aspiraciones firmes, SUMMA propone ser una plataforma crítica que no solo busca el mercado, sino también el pensamiento. El contexto elegido no es anecdótico. Realizar una feria de arte contemporáneo en Palma a finales de mayo no es baladí, es un gesto valiente que moviliza capital privado en combinación con la oferta pública. Señal de que el tiempo cultural no tiene por qué coincidir con el calendario turístico y que Mallorca no se limita a un destino de playas y calas paradisíacas, sino que es también un enclave para la producción simbólica.

En este contexto, Es Baluard Museu d’Art Contemporani de Palma se erige como un pilar fundamental. Bajo la dirección de David Barro, quien asumió el cargo en abril de 2024 con la visión de convertir el museo en el buque insignia del arte en Baleares, el centro ha desplegado una programación que refleja una apuesta decidida por la innovación y la reflexión crítica. La exposición colectiva Nachleben, que explora la pintura como arte conceptual, marca el inicio de una trilogía que se desarrollará hasta 2026. A esta se suman muestras individuales de artistas de renombre internacional como Jessica Stockholder, Eugenio Dittborn y José Fiol, cada una ofreciendo perspectivas únicas sobre la intersección de disciplinas y la expansión de los límites del arte contemporáneo.

Exterior de Es Baluard Museu

Además, Es Baluard ha lanzado iniciativas como la Biennal B, un evento multidisciplinar que busca fomentar la capacidad transformadora del arte en relación con el desarrollo sostenible. Dentro de esta línea destaca el vibrante proyecto del artista Markus Linnenbrink, cuya instalación inmersiva, una explosión cromática que desborda los marcos convencionales de la percepción, conecta el museo con el Casal Solleric y genera una experiencia sin fisuras entre lo físico y lo sensorial. La obra funciona como un gesto de bienvenida a un tipo de arte que no teme abrazar el exceso ni la emoción, y que dialoga tanto con el espacio arquitectónico como con la propia isla como fenómeno visual.

Por si fuera poco, Es Baluard impulsa también un máster de pensamiento creativo y diseño estratégico en colaboración con ADEMA, consolidando su vocación de ser mucho más que un contenedor de exposiciones. Un lugar donde se pretende producir diálogo, experimentación entre diferentes corrientes de pensamiento y arriesgar saliéndose de la norma.

La pregunta, entonces, no es si Palma puede compararse con Madrid o Barcelona en España. La pregunta es otra. ¿Cuánto tiempo más seguiremos reduciendo el arte a una cuestión de ciudades capitales? ¿Por qué seguimos midiendo la relevancia de un contexto cultural por la densidad de sus visitantes o el tamaño de sus presupuestos? ¿No será que lo verdaderamente relevante, la crítica, el riesgo, la posibilidad de incomodidad, está empezando a emerger precisamente en los márgenes? Porque cuando el arte deja de obedecer a los parámetros preestablecidos, comienza por fin a hablar en voz alta y lo hace, muchas veces, a través de la interpretación de agentes culturales como quien firma estas líneas. 



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