Asunta Rodríguez, directora de la la galería Trinta, de Santiago de Compostela, precisa a ARTEINFORMADO las razones que le llevaron a no estar presente en la próxima edición de ARCO, feria de la que no ha sido excluída como cabría deducir de la lectura del informe publicado por ARTEINFORMADO hace unos días, sino que, sencillamente, como otros galeristas también, ha decidido no participar en una feria, cuyo comité de selección considera que está desprovisto del rigor y buenas prácticas exigibles. Estas son sus palabras:

Trinta tomó la decisión, el último día de ARCO 2008, de no participar en dicha feria a la vista de las circunstancias que se habían generado como consecuencia de la política de la nueva dirección secundada por los miembros de un comité que, en ningún momento, tuvo en cuenta la gravedad del alcance futuro de sus actos y que los justificó creando listas de galeristas buenos y galeristas malos. La falta de solidaridad por parte del gremio así como la asunción servil de la "internacionalidad" sin más criterios imprimían un rumbo a la feria de referencia de España que dejaba indefensas a muchas galerías de la periferia y suponían un no confesado pero explícito complejo hacia el arte español, además, desde luego, del nefasto resultado del experimento denominado Arco 40, programa en el que se vio obligada a participar mi galería tras 23 años ininterrumpidos de presencia. Fueron estas circunstancias las que me hicieron comunicar, tanto a la secretaría de la feria como a los miembros españoles del comité que por mi stand pasaron, mi decisión de no permitir que ni la reputación de mis artistas ni el criterio de calidad en la elección de los mismos por mi parte como profesional fuesen analizados, examinados o calificados por un tribunal al que veía desprovisto del rigor y buenas prácticas que, desde mi punto de vista, eran imprescindibles, para que los examinandos acatasen los resultados.

En realidad lo que más me preocupa actualmente (tomar esta decisión nunca ha sido fácil y, por lo que he escrito, es obvio que me sigue afectando) es que el silencio es la consigna de esta edición. Muchos de mis compañeros están agotados y frustrados tras la falta de resultados positivos en sus reivindicaciones del pasado año. Además de haberse visto privados de su visado hacia la excelencia, lo que les merma capacidad de defensa de sus propuestas expositivas, se ven olvidados por sus compañeros de profesión, quienes, en un "sálvese quien pueda" legitiman el "quítate tú para ponerme yo".

Personalmente, aunque ha sido duro el sentirme excluida del lobby de los chicos guapos del arte, os puedo asegurar que no siento nostalgia ya por Arco, ni es mi intención hacer daño alguno a la feria que nuestro país y nuestros galeristas, desde la nada, construyeron. Pero tanto el silencio como el miedo son armas probadas para la impunidad. Y mi actitud simplemente responde al convencimiento de que, en mi profesión, el miedo no puede tener cabida. Sé de otras dos galerías que no han sido admitidas ni rechazadas, ya que tampoco lo solicitaron. Todos apostamos por darnos otra oportunidad y por defender nuestros proyectos más allá de la competitividad sin reglas.

Por otro lado, me gustaría dejar muy claro que respeto absolutamente a todos los colegas que han decidido seguir apostando por su permanencia en Arco, que han decidido que era su opción profesional más conveniente y que lo han conseguido. Lo único que no comparto es la pretensión de que, sólo por ello, son mejores.