Miquel Barceló y Antoni Tàpies
“Gabriel Vanrell-Galeria d’Art” del 28/01/16 al 08/03/16
Bajo este título hemos seleccionado una dupla de artistas cuyo denominador común es la investigación continua y concienzuda en técnicas y diferentes estilos para conformar un lenguaje propio, único. Otro elemento en común entre ambos es que se han servido de la obra gráfica, en todas sus variables técnicas, para experimentar y potenciar los valores plásticos de su obra. Se trata por tanto de dos personajes claves en el desarrollo artístico español, sin los cuales se haría imposible entender el panorama pictórico actual, siendo muchos de los artistas actuales deudores, o mejor dicho, benefactores de los avances y metas logrados por ellos en el desarrollo de sus diferentes carreras artísticas. La colectiva reúne tanto obras originales como obra gráfica.
MIQUEL BARCELÓ
(Felanitx, Mallorca, 1957)
Miquel Barceló es sin duda uno de nuestros más internacionales artistas. Y esa opinión es compartida, como...lo corroboran sus éxitos, por públicos muy extensos de todos los países en que se conservan o exponen piezas salidas de su taller de pintor, escultor, muralista, dibujante, ceramista o grabador. Dotado de una formidable fuerza creativa, su obra abarca desde inmensas telas y murales hasta esculturas de terracota y cerámica. Fue decisiva su formación autodidacta.
La pintura barroca, el art brut, el expresionismo abstracto norteamericano, el arte povera italiano, las obras de Joan Miró y Antoni Tàpies se cuentan entre las influencias que Barceló ha transfigurado en una formidable síntesis personal de índole neoexpresionista y de desbordante imaginación, de densa presencia matérica e inmensa riqueza plástica.
Las incursiones de Miquel Barceló en el mundo de la obra gráfica comenzaron en Mallorca cuando fue invitado por la Fundación Miró a trabajar y experimentar en sus talleres. A la propuesta de acudir a Lanzarote para grabar, Barceló respondió atraído por las tierras negras del paisaje de la isla y por la posibilidad de bucear en el mar. Las posibilidades de experimentación, el carácter procesual, la intervención del ácido en la plancha y las calidades epidérmicas de la obra, que ofrecen las técnicas calcográficas, encajaban perfectamente con los modos de trabajar de Barceló. Los trabajos realizados en Lanzarote durante los años 1999 y 2000 componen una serie abierta, inacabada, que avanza a impulsos. Temáticamente es un recorrido por su iconografía más sensual y vitalista. Técnicamente combina el aguafuerte, el aguatinta y, a veces la punta seca, buscando ante todo los negros intensos del aguafuerte y las transparencias y calidades más pictóricas del aguatinta. Tema y técnica se aúnan en pos de una sensualidad totalizadora que cubre tanto el proceso de trabajo como la estampa final. Escenas de peleas de perros, frutas abiertas, pulpos, peces troceados, tubérculos, esqueletos de animales al sol, todo un universo extremado en el que lo cotidiano forma parte de lo imaginario hasta desembocar en la subserie pornográfica, imágenes donde la zoofilia comparte el ritmo convulso de los cuerpos precipitados al abismo arrebatador del deseo.
En los grabados referentes a la Tauromaquia, Barceló tratará el toro dentro de un todo concéntrico que es la plaza, pero aquí no está pintada como un elemento más del folklore español, sino como una pieza colocada en la delgada línea que divide la vida y la muerte. Así, toro y torero surgen de un reflujo circular de la mancha grabada.
ANTONI TÀPIES
(Barcelona 1923-2012)
A los veintidós años renunció a la carrera de derecho para dedicarse de lleno a la pintura, arte que abordó a través del collage y de pinturas terrosas que presentan grattages (raspaduras) y graffiti. En esta primera etapa de su vida crea, con otros artistas e intelectuales catalanes, el grupo «Dau al Set» (1948). Este movimiento ampara sus primeras exposiciones, que ya ponían de manifiesto su interés por el surrealismo.
Hacia 1949, renunciando a los efectos de la materia, se dedica a crear cuadros en los que predominan los tonos grises, aunque con interrupciones de importancia variable de colores vivos, aparecen impresiones textiles, signos y letras deformadas. En 1954, da entrada de nuevo a la materia: trabaja los cuadros con argamasa para reencontrar la tradición secular de un mundo fosilizado, de colorido desvaído.
Su etapa posterior a 1965 pertenece a la neofiguración y al arte pobre: arpilleras, objetos rústicos y objetos cotidianos se funden en una obra que llegó a alcanzar difusión universal. En la década de los setenta, sus «esculturas en el espacio» hacen que el objeto, hasta entonces estampado en hueco o modelado en relieve en el espesor de la materia, se salga de la tela para inmovilizarlo en el espacio y darle una realidad más áspera. En este aspecto Tàpies comunica al arte pobre una carga emocional muy importante.
Su labor creadora ha ido acompañada, en los años setenta y ochenta, de textos teóricos. En 1984 se crea en Barcelona la Fundación Tàpies.
El carácter experimental de su obra al incorporar materiales poco ortodoxos a su pintura, le acercan al laboratorio del grabado.
Entrada actualizada el el 03 mar de 2016
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