Nacido en una modesta familia granadina, se entusiasma pronto por la pintura, que practica en el viejo taller de Alonso Cano. Aconsejado por Lorca en 1935, va a Madrid al terminar la guerra. Una beca le permite estudiar en París, iniciando en 1945 una fértil etapa de viajes europeos. Tras casarse con una periodista de Filadelfia, se instala en 1950 en Nueva York, donde los expresionistas abstractos le acogen con generosidad. Emprende una trayectoria firme y personal, influido por Matisse, pasando de la expresión gestual hacia campos de color estructurados. Ante la llegada del pop art regresa a España en 1965, siendo recibido con admiración por los jóvenes, aunque sigue compartiendo su vida entre los dos continentes.